Un 20 de marzo de 1780 nació José Joaquín Eufrasio de Olmedo en la ciudad de Guayaquil, hijo del capitán Miguel de Olmedo y Ana Francisca Maruri.
Fue un político, abogado, poeta, contribuyó en la creación de la bandera de Guayaquil, el escudo de Guayaquil y el escudo de Ecuador.
José Joaquín de Olmedo falleció por un cáncer terminal en la ciudad de Guayaquil el 19 de febrero de 1847.
Estudios de José Joaquín de Olmedo
Sus estudios los realizó en el seminario San Luis y el colegio San Fernando de Quito, donde fue compañero de José Mejía y alumno del Doctor Eugenio Espejo.
Tiempo después, continuó sus estudios en el colegio de San Carlos, en el cual se graduó de bachiller, en Lima, Perú.
Posteriormente, asistió a la universidad de San Marcos, donde estudió Derecho Civil y Canónico, hasta que consiguió su título de abogado.
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El 27 de febrero de 1809 regresó a Quito, y las autoridades de la universidad de Santo Tomás de Aquino, le otorgaron el título de Doctor en Jurisprudencia.
En 1811, el ecuatoriano fue enviado a España para que representara a Guayaquil en las Cortes de Cádiz.
Cinco años después, regresó a su ciudad natal para mantener sus actividades en el mundo de la política al tiempo que desarrollaba sus habilidades con la poesía.
Olmedo en las “Cortes de Cádiz”
Un 11 de septiembre de 1810 partió a España, pues había sido designado representante de Guayaquil ante las Cortes de Cádiz.
Allí se distinguió no sólo por su elocuencia y oratoria sino además por su incansable y constante afán de trabajo, siendo nombrado secretario de dichas Cortes.
El 12 de agosto de 1812 se colmó de gloria cuando pronunció su célebre “Discurso Sobre la Supresión de las Mitas”.
De esta forma, se convirtió en el primer americano en denunciar las injusticias que se cometieron en contra de los indios y personas desfavorecidas.
La denuncia de Olmedo estremeció el corazón jurídico de España, y fue de tal impacto que gracias a ella las mitas fueron abolidas por la Constitución española de 1812.
Fue muy notoria la participación de Olmedo, hasta tal punto que los miembros de alto rango que conformaban las Cortes lo eligieron Miembro y Secretario de la Diputación Permanente de ellas.
En 1814, Olmedo tuvo que permanecer oculto en Madrid, debido a que Fernando VII había desatado su furor contra los diputados que pretendían imponer la Constitución.
Dos años después, en 1816 llegó a Guayaquil, donde estuvo de forma discreta por la orden de prisión que llevaba.
Olmedo en los procesos de Independencia
Frustrado en sus aspiraciones democráticas, Olmedo estaba convencido de que los pueblos de América no podían ser gobernados por un monarca absolutista.
Por ello, empezó a reunirse con pequeños grupos de guayaquileños, reacios a aceptar cambios estructurales ya que la mayoría de ellos eran españoles o hijos de estos.
Las reuniones con Olmedo fueron foros de conocimiento y lucidez en los que el precursor habló acerca de los principios democráticos, y de la libre determinación de los pueblos.
Fueron tan convincentes los principios y argumentos expresados, que su voz fue escuchada, y esas ideas de independencia entraron en la cabeza de los guayaquileños.
Durante los siguientes días, se unieron más participantes a la causa; además, tenían la intención de darle el liderazgo del movimiento al poeta de Ecuador.
Olmedo no quiso asumirlo, pues consideraba que esta labor debía pertenecer a una persona con experiencia militar, no política.
El ilustre abogado estaba dispuesto a dar su contribución para apoyar en los asuntos políticos y diplomáticos cuando se alcanzara la independencia de Guayaquil.
Guayaquil apreciaba sus talentos, y fue por eso que, al producirse la Revolución del 9 de octubre de 1820, Olmedo aceptó el cargo de “Jefe Civil de la Plaza”.
Todas las personas que promovieron la actividad de revolución hicieron una reunión en el cabildo para firmar el Acta de Independencia de la ciudad ecuatoriana.
Olmedo como presidente de Guayaquil
Entre 1820 y 1822 Olmedo fue varias veces presionado para anexar a Guayaquil y su región tanto al Perú como a Colombia, respectivamente.
Sin embargo, logró mantener su independencia y soberanía, pues lo único que deseaba era mantener la absoluta independencia de esta República.
Aproximadamente en 1822, Quito y Cuenca se independizaron, y Olmedo buscó convertirlos en un país conjunto con Guayaquil.
A pesar de ello, las provincias pasaron a formar parte de la Gran Colombia.
Cuando en 1822 Bolívar llegó a Guayaquil, Olmedo lo recibió personalmente expresándole una vez más que la ciudad y provincia querían permanecer libres e independientes.
No obstante, el Libertador hizo caso omiso de los ideales de Olmedo, autoproclamándose Jefe Supremo y decretó la anexión de Guayaquil a Colombia.
Actividades de Olmedo en Perú
Es así que Olmedo tuvo que emigrar a Perú, donde se radicó en Lima y poco tiempo después fue nombrado Diputado al Congreso en representación de El Puno.
En dicho Congreso, reunido en 1822, se manifestó como un excelente orador parlamentario y fue nombrado miembro de la comisión encargada de elaborar la Carta Fundamental del Perú.
Un año después, en 1823, acompañó al Dr. José Santos Carrión para solicitar al Libertador que intervenga con su ejército en la independencia del Perú.
Tras reconciliarse con Bolívar, a mediados de 1825 el gobierno del Perú y el Libertador lo nombraron ministro plenipotenciario ante los gobiernos de Francia e Inglaterra.
Olmedo en la Política de Ecuador
En 1830, el poeta y político ecuatoriano fue elegido para ser el Prefecto de Guayaquil.
Ese mismo año, bajo la poderosa influencia del Gral. Juan José Flores un grupo de importantes personajes de Quito proclamó la separación de Colombia.
Sin embargo, estos no consideraron que el Estado que pretendían crear no tenía categoría jurídica, pues estaba naciendo de hecho y no de derecho.
Además, no tomaron en cuenta que ellos representaban sólo una pequeña parte del Distrito del Sur de Colombia, y no podían construir un Estado soberano sin Guayaquil y Azuay.
Ante dicho suceso, Olmedo señaló a Flores cuál era el camino que debía seguir para la creación del Estado Ecuatoriano.
Y fue gracias a Olmedo que el 14 de agosto de 1830 se pudo reunir en la ciudad de Riobamba la Primera Asamblea Constituyente.
Olmedo participó en dicha Asamblea como representante de Guayaquil, donde se dictó la Constitución que dio nacimiento a la República del Ecuador.
Al constituirse el Estado ecuatoriano, dicho Congreso lo eligió vicepresidente de la República, dignidad a la que renunció un año después.
En 1830 actuó como el prefecto del departamento de Guayaquil, lo que le permitió autorizar la toma de posesión de las islas del archipiélago de las Galápagos.
Además, realizó diversos viajes diplomáticos representando a Ecuador y continuó escribiendo poesía.
Durante los siguientes años, Olmedo obtuvo importantes cargos en la política: el de primer alcalde de la municipalidad de Guayaquil en 1838, gobernador interino de la provincia en 1838.
Así mismo, fue el subdirector de estudios en 1839, y presidente del triunvirato en 1845.
Obras destacadas de Olmedo
En la producción lírica de Olmedo predomina un neoclasicismo perceptible en poemas como:
- A la muerte de mi hermana
- Oda Al árbol
- Elegía en la muerte de la Princesa de Asturias
- Alfabeto para un niño
- Canción indiana
Su participación en la política lo impulsaron a escribir dos grandes cantos: “La Victoria de Junín: Canto a Bolívar” en 1825 y “Oda al general Flores, vencedor de Miñarica” en 1843.
También se dedicó al periodismo, y se mostró en todos sus escritos como un hombre de amplia formación clásica con cierto sabor romántico.
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