El 17 de julio de 1823, registramos otro hecho histórico importante para Ecuador y América del Sur, la denominada Batalla de Ibarra, la única que fue liderada personalmente por Simón Bolívar.
Cuando se creía que el 24 de mayo de 1822, sellaría de manera definitiva la independencia de Ecuador, fuerzas realistas continuaban dando lucha intentando recuperar el control de Quito.
La Batalla de Ibarra, librada el 17 de julio de 1823, no solo marcó un punto decisivo en la campaña libertadora que comandó Simón Bolívar, sino que también consolidó la libertad de la región frente a las fuerzas realistas españolas.
Contexto Histórico
A principios del siglo XIX, América del Sur se encontraba en medio de una serie de movimientos independentistas contra el dominio colonial español.
Ecuador, entonces parte de la Gran Colombia, no era la excepción. La lucha por la independencia había comenzado años antes, con varios enfrentamientos entre las fuerzas patriotas y realistas.
Para 1823, los realistas, liderados por el general español Melchor Aymerich, intentaban recuperar el control de Quito y otras regiones.
La situación en el terreno era tensa, y la guerra de independencia se libraba en múltiples frentes.
En este contexto, Simón Bolívar, uno de los libertadores más prominentes de América del Sur, tomó el mando de las fuerzas patriotas para enfrentar la amenaza realista.
La Batalla de Ibarra del 17 de julio de 1823
El 17 de julio de 1823, en la localidad de Ibarra, se desarrolló la batalla decisiva entre las tropas independentistas lideradas por Bolívar y las fuerzas realistas.
Bolívar había llegado a la región con un contingente relativamente pequeño, pero bien entrenado y motivado.
A pesar de estar en inferioridad numérica, las estrategias militares de Bolívar, junto con la determinación de sus hombres, jugaron un papel crucial.
Bolívar empleó tácticas de guerra relámpago, moviéndose rápidamente y atacando a los realistas con gran eficacia.
La batalla fue intensa, y las tropas patriotas, con su movilidad y conocimiento del terreno, lograron desestabilizar a las fuerzas realistas.
Después de varias horas de combate, los independentistas salieron victoriosos, marcando un golpe significativo a los esfuerzos realistas por retomar el control de la región.
Los detalles de la Batalla de Ibarra
De acuerdo con el libro “Bolívar dirigió personalmente la Batalla de Ibarra”, de Roberto Morales Almeida, después del triunfo de Pichincha, aún quedaba un remanente de las tropas realistas en la provincia de Pasto, estos esran partidarios del Rey Fernando VII.
Allí se encontraba el coronel Agustín Agualongo, que tenía el objetivo de tomarse Quito, para ello aplicó una estrategia sucia en contra del coronel Juan José Flores.
En una batalla sangrienta, el coronel Flores cayó en la trampa de Agualongo y lo venció “a palos” en Catambuco el 12 de julio de 1823.
De esta manera, pudieron avanzar con destino a Quito.
Entre tanto, Simón Bolívar, quien descansaba en la provincia de Los Ríos, se enteró de la insurrección de Pasto, entonces regresó a Quito para organizar el ejército, el cual decidió él mismo dirigir.
“Pienso defender al país hasta con las uñas, estoy como el sol, brotando rayos por todas partes”, decía Bolívar
La estrategia militar para la Batalla de Ibarra
Simón Bolíbar diseñó una campaña militar, que más tarde le daría la victoria aquel 17 de julio de 1823 en la denominada Batalla de Ibarra.
Bolívar se dispuso asentuarse en las faldas del volcán Imbabura.
Concentrado el ejército libertador en Otavalo, realizó su conocida maniobra por el paso de El Abra y avanzó sigiloso por las faldas del volcán, para llegar sorpresivamente sobre la ciudad ocupada.
No obstante, Agualongo, tenía conocimiento de los movimientos de Bolívar y su ejército y lo esperaba por el amplio camino que conduce a Otavalo apoyado en los escuadrones desplegados en las llanuras de Atuntaqui, pero no tomó en cuenta algo muy particular de Bolívar, la estrategia topográfica..
El día de la Batalla de Ibarra
La mañana del 17 de julio de 1823, desde las torres de la antigua iglesia de la Compañía de Jesús, el comandante realista Agualongo examinaba la llegada de las tropas oponenetes, según el relato de Pablo Rosero Rivadeneira, historiador ibarreño.
Agualongo, esperaba con ansia. Sabía que el combate sería a muerte y lo aguardaba por el oeste, por el camino que conecta con Otavalo y con Quito.
Desde la torre, divisaría el arribo de los patriotas y esto le daría tiempo para la ofensiva y garantizar la victoria.
Pero no contaba con la estrategia de Bolívar que, en San Pablo del Lago, toma una decisión crucial: no seguir por el camino real, sino bordear el volcán Imbabura y sorprender a los realistas tomando la ciudad desde el sureste.
“A las dos de la tarde, el toque a rebato de las campanas confirma lo insólito: Bolívar y su ejército ya están en la ciudad y han vencido a los centinelas apostados en el acceso sur. Agualongo apenas tiene tiempo para reponerse del shock y dar providencias a sus soldados. Lo más crudo del combate se da en las calles céntricas de la ciudad e inclina la balanza a favor de los patriotas”, dice el relator Rosero Rivadeneira.
En un sangriento epílogo, señala que el ejército libertador persigue a los realistas por las breñas que miran al río Tahuando.
Muchos años más tarde, en honor a este combate, esos terrenos tomarán el simbólico nombre de “La Victoria”.
Por su parte, Roberto Morales agrega que, ya derrotados definitivamente, huyeron hacia el norte por los sectores de El Olivo y Alto de Reyes, mientras el Libertador persiguió a las tropas hasta un poco más allá del Chota, en donde aún había resistencia.
Al día siguiente, el boletín de la batalla, escrito por el general Vicente González, dice: “Desde esta Villa hasta el Chota se encuentran más de seiscientos muertos… (…). Su armamento y cuanto tenían aquí está en nuestro poder”. De los patriotas, el parte de Estado Mayor indicó sólo 13 muertos y ocho heridos.
Al final, Rosero Rivadeneira menciona que los muertos de ambos bandos se sepultan provisadamente en las inmediaciones del convento e iglesia de Santo Domingo.
Consecuencias y Legado de la Batalla de Ibarra
La victoria en la Batalla de Ibarra tuvo un impacto profundo en la guerra de independencia de Ecuador.
Este triunfo no solo aseguró el control patriota sobre Quito, sino que también elevó la moral de las fuerzas independentistas en toda la región.
Además, consolidó la posición de Simón Bolívar como un líder decisivo en la lucha por la libertad de América del Sur.
La batalla también demostró la efectividad de las tácticas guerrilleras y la importancia del liderazgo carismático en las campañas militares.
Bolívar, conocido por su visión y capacidad de inspirar a sus tropas, demostró una vez más su genialidad militar y su compromiso con la causa de la independencia.
Reflexión Final
La Batalla de Ibarra del 17 de julio de 1823 es recordada como un momento crucial en la historia de Ecuador y América del Sur.
Este enfrentamiento no solo aseguró la libertad de Quito, sino que también simbolizó la resiliencia y determinación de los pueblos sudamericanos en su lucha contra la opresión colonial.
A través de su liderazgo y valentía, Simón Bolívar y sus tropas patriotas dejaron un legado duradero de libertad y justicia que continúa inspirando a las generaciones actuales.
La importancia de recordar y estudiar estos eventos históricos radica en comprender las luchas y sacrificios que forjaron las naciones independientes de América Latina, así como en valorar los principios de libertad y soberanía que guiaron a los libertadores en su incansable lucha por la independencia.
Con información de: Diario La Hora | Prefectura de Imbabura | Enciclopedia de Ecuador